Agradezco profundamente la vida.
Gracias mamá, gracias abuela materna, abuela paterna, bisabuelas y más allá.
Gracias a todas por vuestro amor y por vuestra valentía.
Gracias por cada cuidado que ha ido trayendo a nuestra familia una gotita más de amor, de fuerza, de esperanza, de alegría y de vida. Por cada cuidado y gesto diario, de cada momento, que ahora comprendo y siento qué supone exactamente aunque no podré nunca comprender ni sentir realmente lo que os supuso a cada una de vosotras en cada una de vuestras situaciones, mucho más desfavorecidas que la mía.
Momentos de mucho dolor, soledad, escasez, miedo; y en medio de todo eso conseguir algo de amor para dar. Menos amor de lo que cada hijo e hija podría haber necesitado pero sin duda bastante más de lo que cada una recibisteis. Dar ese “más” de lo recibido duele y yo, como muestra del penúltimo eslabón de esta familia, os agradezco eternamente cada esfuerzo pequeño y grande que ha ido sumando un “más“.
Lamento las corazas que fueron construidas, el dolor vivido y generado, las lágrimas ahogadas y las voces calladas. En definitiva, lamento aquella parte de vuestro SER que se quedó sin existir.
Como creadora de vida, igual que todas vosotras, como buscadora, tras sentir y tomar conciencia de lo escrito aquí, estoy comprometida y determinada a que mi hija, mi hijo y yo conquistemos nuestro permiso para SER, con menos corazas, menos lágrimas ahogadas y más voz.
Me siento acompañada por todas vosotras en cada momento para ir colmando de “más” amor e ir desterrando el miedo que ha estado demasiado presente.
Me inclino porque nuestros arcos estén cargados de Amor y Valentía para ser más libres, sin que nuestra fuerza genere dolor, sino protección y sostén.
Agradecida y profundamente feliz de formar parte de este clan, os agradezco la vida.
Ana Rial